El cigarrito

Pieza musical de:
Víctor Jara
Testimonio de:
Alfonso Padilla Silva
Experiencia en:

Al llegar la Navidad de 1973, éramos unos 600 presos hombres y unas 100 compañeras en el Estadio Regional de Concepción.

Las autoridades del campo de concentración nos permitieron celebrar la Navidad en el campo deportivo. Exactamente, estuvimos en un rincón, y la fosa del salto con garrocha se utilizó de escenario.

Animaron la fiesta dos locutores de radio profesionales que lo hicieron muy bien, combinando mensajes velados con otros más abiertos, una buena dosis de humor y buen gusto. Ellos recitaron también.

Para la ocasión, contamos con una guitarra española, muy buena, que facilitara el entonces Padre Camilo Vial, después Obispo, y que jugó un papel muy importante en la defensa de los derechos de los presos políticos en las horribles condiciones en que nos encontráramos.

Con esa guitarra, numerosos presos y presas políticos interpretaron canciones, sea como solistas, en dúo o en grupos. En mi caso presenté “El cigarrito” de Víctor Jara.

Por cierto, aunque no se tratara de una canción con contenido social ni político en sentido estrecho, cantar una canción suya constituía un homenaje a su figura y ejemplo, pero también a todos los caídos.

Otro preso cantó “El soldado”, con texto de Rafael Alberti y música de Ángel Parra.

La experiencia de los presos de numerosos campos de concentración y cárceles a lo largo del país indican que el ejercicio de alguna actividad cultural y artística, sea creación de obras teatrales y su presentación, la escritura de poemas y relatos (también de ensayos), la artesanía o la música, tuvo una importancia capital para fortalecer la moral individual y colectiva, la actitud de resistencia y el sentido de cuerpo de los presos políticos.

Cada vez que se hacía arte, con todas las dificultades y limitaciones que imponían las difíciles condiciones, era un acto de afirmación de humanidad y de vida. Cada logro era un pequeño tramo que se le ganaba a la dictadura.

Víctimas recordadas en este testimonio:

Claves:

Publicado: 15 diciembre 2014

Voy a hacerme un cigarrito
acaso tengo tabaco
si no tengo de'onde saco
lo más cierto es que no pito.
Ay, ay, ay, me querís
Ay, ay, ay, me querís
Ay, ay, ay.

Voy a hacerme un cigarrito
con mi bolsa tabaquera
lo fumo y boto la cola
y recójala el que quiera.
Ay, ay, ay, me querís
Ay, ay, ay, me querís
Ay, ay, ay.

Cuando amanezco con frío
prendo un cigarro de a vara
y me caliento la cara
con el cigarro encendido.
Ay, ay, ay, me querís
Ay, ay, ay, me querís
Ay, ay, ay.




Testimonios relacionados:

  • Que la tortilla se vuelva  Claudio Melgarejo, Comisaría de Concepción, noviembre 1973

    Estuve una semana en cautiverio, en noviembre de 1973. No escuchaba tantas canciones, pero las más típicas que cantaban mis compañeros eran “Venceremos” y “Que la tortilla se vuelva” (también conocida como “La canción del tomate”), que retrata el aprovechamiento del patrón hacia los obreros.

  • Libre  Marianella Ubilla, Campamento Prisioneros Estadio Regional, Navidad de 1973

    Me tomaron presa el 23 de noviembre de 1973, en la Universidad de Concepción. En el Estadio Regional de Concepción, cantábamos el “Himno Nacional” en la mañana, todos los días.

  • No soy de aquí (A mi compañera)  Alfonso Padilla Silva, Campamento Prisioneros Estadio Regional, 25 de diciembre de 1973

    El coro cantó una pieza “A mi compañera”, con la música de “No soy de aquí, ni soy de allá” de Facundo Cabral.

  • We Shall Overcome  Alfonso Padilla Silva, Cárcel de Concepción / Cárcel El Manzano, diciembre de 1974

    Cuando se cerró el campo de concentración que funcionó casi cinco meses en el Estadio Regional de Concepción, a comienzos de febrero de 1974, varios cientos de presos políticos fuimos trasladados a la Cárcel de Concepción, una de cuyas alas se transformó en campo de concentración.

  • Scende La Pioggia  Eduardo René Cuevas, Cárcel de Los Ángeles, septiembre de 1973

    Esta canción era un caballito de batalla para los prisioneros. Era interpretada por Iván Moscoso con acompañamiento de guitarra, con una voz potente y desafiante, y coreada por los más altruistas en presencia de gendarmes que nos custodiaban en un patio que era sólo para los presos políticos.