Se escribía, cantaba y escuchaba música con frecuencia en los recintos de
detención política y tortura en Chile durante la dictadura de Augusto Pinochet
(1973-1990).
Para muchos prisioneros políticos, escribir, tocar o escuchar música eran
formas de registrar, recordar, olvidar o trascender experiencias difíciles.
La música les ayudaba a mantener un sentido de normalidad, era un medio para preservar
la dignidad y esperanza, distraerse y comunicarse con otros reclusos y
el mundo exterior.
El sistema represor también utilizó la música en conexión con
tortura y otros tipos de trato cruel, inhumano y degradante,
como forma de dominación y adoctrinamiento.
La memoria de estas experiencias es un importante fragmento en la vida de los que han
resistido, luchado y compartido sus relatos en este proyecto.
Te invitamos a explorar estas experiencias.