El puntúo

Pieza musical de:
Víctor Canto y Luis Cifuentes (letra), Roberto Parra (música)
Testimonio de:
Luis Cifuentes Seves
Experiencia en:
Campamento de Prisioneros Chacabuco, noviembre de 1973 - febrero de 1974

Esta cuecaGénero musical (usualmente para voz y acompañamiento) y baile de pareja, con presencia en Chile, Argentina y Bolivia. fue compuesta en Chacabuco entre noviembre de 1973 y febrero de 1974, e interpretada por el conjunto Los de Chacabuco, del cual Víctor Canto y yo éramos miembros.

El grupo “Los de Chacabuco” fue creado y dirigido por Ángel Parra y sus integrantes fueron: Víctor Canto, Ángel Cereceda Parra (Ángel Parra), Luis Cifuentes, Marcelo Concha, Luis Corvalán Márquez, Antonio González, Manuel Ipinza, Ernesto Parra, Julio Vega y Ricardo Yocelewski.

Esta cueca fue grabada clandestinamente en Chacabuco por Alberto Corvalán Castillo, hijo del Secretario General del Partido ComunistaFundado en Chile 1912 por Luis Emilio Recabarren como Partido Obrero Socialista y rebautizado como Partido Comunista en 1922. Luis Corvalán, con ayuda de Guillermo Orrego y Domingo Chávez. Alberto falleció en Bulgaria producto de las torturas sufridas en el velódromo del Estadio Nacional, que dejaron su corazón irreversiblemente dañado.

La grabación se hizo desde la parte inferior del escenario de madera que habían construido los mismos prisioneros. La grabadora de casete fue proporcionada por un oficial apostado en el campo de concentración. La casete fue sacada del campo por Ángel Parra y se publicó por primera vez como vinilo en Italia entre 1974 y 1975. Esta cueca también aparece en el disco de Angel Parra Pisagua + Chacabuco, publicado en 2003 en Chile.

La letra puede ser difícil de entender pues, en parte, se refiere al folclore del campo de concentración y en parte se ríe de los militares con suficiente sutileza como para que éstos no se dieran cuenta.

Víctimas recordadas en este testimonio:

Claves:

Publicado: 17 diciembre 2014

Grabación realizada clandestinamente por presos políticos en Chacabuco en 1974.


Me vine pa’ Chacabuco
de puro buena persona
’ta bueno, dijo mi taita
pa’ que conozcái la zona
Me vine pa’ Chacabuco

En el avión me vine
como un muñeco
aunque no me sirvieron
Martini seco.

Martini seco, ay sí
no es pa’ que arranque
pero no me dejaron
subirme al tanque(1).

Subirme al tanque, ay sí
no sé qué pasa
dicen que me acarreo
toda la plazaLa plaza se encontraba fuera del perímetro enrejado donde se mantenían los prisioneros. Éstos eran llevados allí por los militares a buscar madera para hacer fuego con el que se calentaba agua o se cocinaba. También se transportaba desde la plaza otros materiales e implementos útiles..

Toda la plaza, ay sí
no se sorprenda
vamo’ haciéndole empeño
a la encomiendaNo todos los prisioneros recibían encomiendas (ropa y alimentos) de sus familias, de manera que éstas eran muy codiciadas..

A la encomienda, ay sí
pinto p’ alcalde
en mi casa ya tengo
como diez baldesEn el campo había pocos baldes, pero estos eran muy útiles, de manera que todos los prisioneros ansiaban tener uno en sus casas. Obviamente, nadie podía tener diez baldes..

Como diez baldes, sí
quién lo diría
ya estoy apitutao en
la pulperíaLos prisioneros organizaron, con autorización de los militares, una pulpería, es decir un negocio donde podían venderse algunos artículos de primera necesidad. Esto era posible porque se autorizó la recepción de giros de dinero en el campo. Los mismos militares hacían las compras en Antofagasta y las transportaban al campo, obteniendo así una ganancia..

La pulpería, ay sí
no se me espante
porque ya me hice amigo
del comandante.

Del comandante, ay sí
no se emocione
porque estoy de jurao en
las comisionesEquipos jurídico-militares que accedían al campo a tomar declaraciones a algunos prisioneros como parte de los juicios entablados por la dictadura. En algunos casos, los prisioneros eran sacados del campo e interrogados en otros recintos..

Ándale, que estoy ancho
me metí al ranchoGrupo de prisioneros que trabajaban junto a los militares en la preparación de alimentos. Se suponía que los miembros del rancho tenían el privilegio de un mayor acceso a alimentos que el común de los prisioneros..