Candombe para José

Pieza musical de:
Roberto Ternán
Testimonio de:
Sara De Witt
Experiencia en:

Era septiembre de 1976 cuando estábamos en La Barraca en Tres Álamos. No recuerdo cuántas mujeres estábamos detenidas entonces. Creo que éramos cerca de un centenar.

Se dio a conocer por la radio que se daría libertad a un número de personas detenidas en Tres Álamos. No se revelaron los nombres, lo que sirvió para aumentar la tensión.

Eventualmente, se entregaron las listas de los hombres y mujeres que saldrían libres. En el caso de las mujeres, se entregaron los nombres y quedamos sólo 13 personas que permaneceríamos en detención.

La mayoría de las compañeras se iban, por lo que se gestó un gran revuelo al hacer abandono con sus pertenencias e iniciar una nueva etapa en sus vidas.

Las que nos quedamos tratábamos de ayudarlas, lo que en mi caso no fue muy productivo. Había sentimientos encontrados: incredulidad, tristeza y también alegría por las compañeras que se iban. Pero también sentía decepción y frustración, pues me quedaba junto a 12 más compañeras.

Pensaba en el dolor de mi madre quien me preguntaría nuevamente “¿Sarita, qué fue lo que hiciste?”.  Ella nunca comprendió ni aceptó que en Chile se detuviera, torturara y asesinara a personas por pensar distinto.

Las 13 que nos quedamos nos vestimos con los pantalones y buzos de color azul que nos había llevado la Cruz Roja, cortesía de la URSS.

Nos ubicamos en el patio de la barraca y comenzamos a cantar al unísono. Cantamos “El Himno de la Alegría” y también una canción de la que sólo recuerdo un verso “se va, se va..., la libertad, se va....”Referencia a la canción "El barco de papel" de Julio Numhauser..

Las compañeras se emocionaron hasta las lágrimas, pero tenían que irse. Seguimos cantando para acompañarlas con nuestras voces hacia su libertad.

Fue una experiencia muy grande quedarnos solamente 13 mujeres en la barraca, la cual pareció entonces más grande y  silenciosa. Comenzamos entonces a ordenar las piezas y el patio, ya que parecía que un huracán hubiese pasado por allí. Las que habían partido partieron dejaron muchos objetos abandonados en sus habitaciones.

Yo entré a una de las piezas a recoger cosas del suelo y ordenar. Me encontré un cuaderno de canciones que tenía el nombre de su dueña en la cubierta, Guacolda, quien había sido tan organizada para recoger las letras de nuestros cantos. Aún lo conservo conmigo en mi casa en Londres y, aunque hoy sus hojas son de un color amarillo, aun se pueden leer las letras de nuestras canciones.

Esa noche, vestidas con nuestros buzos azules, después de comer algo, comenzamos a cantar nuevamente. Algunas nos subimos sobre las mesas, mirando al cielo - que estaba limitado por la forma rectangular del techo de la Barraca - para llegar con nuestras voces a las estrellas, a nuestros seres queridos, a los hombres detenidos en Tres Álamos, a nuestros compañeros  y compañeras aislados en la “Casa Blanca” (como Gladys).

Aun recuerdo esos momentos tan intensos, cuando cantamos muchas canciones.  Mirando hacia el cielo, comenzamos a cantar “Candombe para José”Canción inspirada en el candombe, baile desarrollado por esclavos africanos en Uruguay., que nosotros llamábamos “El Negro José”. Yo entendía esta canción como algo nuevo y diferente entre las que usualmente cantábamos, me parecía entonces más contemporánea y me hacía sentir en contacto con mi gente fuera del campamento. Las estrofas “en un pueblo olvidado no sé por qué”  tenían relación sobre cómo yo me sentía en esos momentos.

Trataba de elevar mi voz al espacio infinito, más allá del límite del techo de la barraca que me recordaba mis limitaciones. Amelia, puso su brazo en mi hombre. Yo hice lo mismo con Tuca y todas nos abrazamos cantando sobre la mesa. Estábamos tan juntas, el sentimiento de hermandad nos envolvía. Yo no estaba sola, estaba con aquellas mujeres que eran mis hermanas… Habíamos sobrevivido tanta brutalidad y dolor. Cantaba con toda mi alma sobre la mesa con esas mujeres tan queridas: Amelia, Tuca, Anita, Anita María, Elena, Gabriela, Nieves, Cristina, Fidelia, Cecilia y otra compañera cuyo nombre olvidé.


Claves:

Publicado: 29 diciembre 2014


En un pueblo olvidado no sé porqué
Y su danza de moreno lo hace mover
En el pueblo lo llamaban Negro José
Amigo Negro José.

Con mucho amor candombea Negro José
Tiene color de la noche sobre la piel
Es muy feliz candombeando dichoso él
Amigo Negro José.

Perdóname si te digo Negro José
Eres diablo pero amigo Negro José
Tu futuro va conmigo Negro José
Yo te digo porque sé.

Con muchos las miradas cuando al bailar
Y el tamboril de sus ojos parece hablar
Y su camisa endiablada quiere saltar
Amigo Negro José.

No tienes ninguna pena al parecer
Pero las penas que sobran Negro José
Que tú en el baile las dejas yo sé muy bien
Amigo Negro José.

Perdóname si te digo Negro José
Eres diablo pero amigo Negro José
Tu futuro va conmigo Negro José
Yo te digo porque sé
Amigo Negro José.
Yo te digo porque sé
Amigo Negro José.