El soldado

Pieza musical de:
Rafael Alberti (texto), Ángel Parra (música)
Testimonio de:
Alfonso Padilla Silva
Experiencia en:

Al llegar la Navidad de 1973 en el Estadio Regional de Concepción, habíamos unos 600 presos hombres y unas 100 compañeras. Las autoridades del campo de concentración nos permitieron celebrar la Navidad en el campo deportivo. Exactamente estuvimos en un rincón, y la fosa del salto con garrocha se utilizó de escenario.

Animaron la fiesta dos locutores de radio profesionales que lo hicieron muy bien, combinando mensajes velados con otros más abiertos, una buena dosis de humor y buen gusto. Ellos recitaron también.

Para la ocasión contamos con una guitarra española, muy buena, que facilitara el entonces Padre Camilo Vial, después Obispo, y que jugó un papel muy importante en la defensa de los derechos de los presos políticos en las horribles condiciones en que nos encontráramos.

Con esa guitarra numerosos presos y presas políticos interpretaron canciones, sea como solistas, en dúo o en grupos. Uno de los presos cantó “El soldado”, con texto de Rafael Alberti y música de Ángel Parra.

La experiencia de los presos de numerosos campos de concentración y cárceles a lo largo del país indican que el ejercicio de alguna actividad cultural y artística, sea creación de obras teatrales y su presentación, la escritura de poemas y relatos (también de ensayos), la artesanía o la música, tuvo una importancia capital para fortalecer la moral individual y colectiva, la actitud de resistencia y el sentido de cuerpo de los presos políticos.

Cada vez que se hacía arte, con todas las dificultades y limitaciones que imponían las difíciles condiciones, era un acto de afirmación de humanidad y de vida. Cada logro era un pequeño tramo que se le ganaba a la dictadura.


Claves:

Publicado: 15 diciembre 2014

El soldado soñaba que el soldado
de tierra adentro pensaba: si ganamos
la llevaré a que mire los naranjos,
a que toque el mar que nunca ha visto,
y se le llene el corazón de barcos.

Pero vino la paz y era un olivo
de interminable sangre por el campo.

Y si vuelvo le daré una toronja
y una jarra de barro vidriado,
de esas que se parecen a sus pechos
cuando saltan de un árbol a otro árbol.

Aquel olor a muerte interminable,
a soldados sin nombre y sin familia
dando a los hormigueros de la tierra
quizás el mejor traje de su vida.

Pero vino la paz y era un olivo
de interminable sangre por el campo.


Testimonios relacionados:

  • Alma de Chacabuco  Luis Cifuentes Seves, Campamento de Prisioneros Chacabuco, noviembre - diciembre de 1973

    Esta es la versión original de una melodía compuesta por Ángel Parra en Chacabuco, tal como fue grabada clandestinamente en el campo durante el concierto de despedida de Ángel. Se escucha la voz del autor.

  • Que la tortilla se vuelva  Claudio Melgarejo, Comisaría de Concepción, noviembre 1973

    Estuve una semana en cautiverio, en noviembre de 1973. No escuchaba tantas canciones, pero las más típicas que cantaban mis compañeros eran “Venceremos” y “Que la tortilla se vuelva” (también conocida como “La canción del tomate”), que retrata el aprovechamiento del patrón hacia los obreros.

  • Libre  Marianella Ubilla, Campamento Prisioneros Estadio Regional, Navidad de 1973

    Me tomaron presa el 23 de noviembre de 1973, en la Universidad de Concepción. En el Estadio Regional de Concepción, cantábamos el “Himno Nacional” en la mañana, todos los días.

  • No soy de aquí (A mi compañera)  Alfonso Padilla Silva, Campamento Prisioneros Estadio Regional, 25 de diciembre de 1973

    El coro cantó una pieza “A mi compañera”, con la música de “No soy de aquí, ni soy de allá” de Facundo Cabral.

  • We Shall Overcome  Alfonso Padilla Silva, Cárcel de Concepción / Cárcel El Manzano, diciembre de 1974

    Cuando se cerró el campo de concentración que funcionó casi cinco meses en el Estadio Regional de Concepción, a comienzos de febrero de 1974, varios cientos de presos políticos fuimos trasladados a la Cárcel de Concepción, una de cuyas alas se transformó en campo de concentración.