Alfonsina y el mar
No era fácil soportar el encierro en esas celdas miserables de la Villa Grimaldi, que parecían ataúdes colocados en posición vertical. Menos aún en los meses de verano, con las altas temperaturas que reinan en la región precordillerana de Peñalolén. Yo estaba al interior de una de las celdas, encadenado de pies y manos, y con la vista vendada.
Un día se me ocurrió cantar una hermosa canción que poco antes de caer detenido había escuchado y aprendido de memoria en una de esas casas conspirativas donde solía esconderme de mis perseguidores. Su título: “Alfonsina y el mar”.
De pronto, oigo que se abre intempestivamente el portón metálico que nos separaba del resto del recinto y escucho la voz del guardia preguntando quién estaba cantando. Para evitar una represalia colectiva, decidí golpear por dentro la puerta de mi “celda ataúd” e identificarme como el cantante. Sin que yo pudiera verlo, el guardia abrió la puerta de la celda y se colocó frente a mí. “Bonita la canción”, dijo. “Cántala de nuevo”.
Yo me armé de valor y entoné por segunda vez los hermosos versos de esa canción. La canción fue escrita como homenaje a una poetisa que se suicidó en el mar. Para mi sorpresa, el guardia me dejó cantar la canción completa, sin interrumpirme ni golpearme. Y todos los compañeros torturados pudieron oír mi voz desde el silencio de sus propias celdas.
Cuando terminé de cantar, el guardia se informó acerca del título y el autor de la canción, y volvió a encerrarme. Luego, desapareció.
A los pocos días volvió a llamarme, gritando eufórico mi nombre desde el portón metálico. Era para comunicarme que ahora él estaba en posesión de la canción y que la podía escuchar todos los días. La noche anterior, habían allanado la casa de un militante de la resistencia y él se había quedado con todos los discos.
Claves:
Publicado: 18 junio 2015
Versión a capella de Sergio Vesely, 2015. Imagen: entrada de Villa Grimaldi.
que lame el mar
su pequeña huella
no vuelve más
un sendero solo
de pena y silencio llegó
hasta el agua profunda
un sendero solo
de penas mudas llegó
hasta la espuma.
Sabe Dios qué angustia
te acompañó
qué dolores viejos
calló tu voz
para recostarte
arrullada en el canto
de las caracolas marinas
la canción que canta
en el fondo oscuro del mar
la caracola.
Te vas Alfonsina
con tu soledad
¿qué poemas nuevos
fuiste a buscar?
una voz antigua
de viento y de sal
te requiebra el alma
y la está llevando
y te vas hacia allá
como en sueños dormida
Alfonsina vestida de mar.
Cinco sirenitas
te llevarán
por caminos de algas
y de coral
y fosforescentes
caballos marinos harán
una ronda a tu lado
y los habitantes
del agua van a jugar
pronto a tu lado.
Bájame la lámpara
un poco más
déjame que duerma
nodriza, en paz
y si llama él
no le digas nunca que estoy
di que me he ido.
Te vas Alfonsina
con tu soledad
¿qué poemas nuevos
fuiste a buscar?
una voz antigua
de viento y de sal
te requiebra el alma
y la está llevando
y te vas hacia allá
como en sueños dormida
Alfonsina vestida de mar.
Testimonios de la plataforma Cantos Cautivos pueden ser citados y compartidos siempre que sean atribuidos (incluyendo autor/a, nombre de nuestro proyecto y URL), para fines no comerciales y sin modificaciones, según la licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivadas 4.0 Internacional (CC BY-NC-ND 4.0). Se requiere autorización para 1) toda reutilización de los datos de la plataforma y sus metadatos asociados distinta a citas y difusión vía licencia CC BY-NC-ND 4.0, y 2) todo uso en eventos, conciertos, obras de teatro, películas, etc, de obras musicales escritas o grabadas por participantes del proyecto. Para ello, solicitamos enviar una propuesta con al menos un mes de anticipación al correo contact@cantoscautivos.org. Para usos de obras musicales escritas o grabadas por personas ajenas al proyecto, favor contactar a dueños/as de derechos de autoría.